
Cuando mis parpados cesan cansados de pensarte, vienen a mí el sueño y una soberbia amenaza; cruel es el celo de la oscura penumbra que con larga daga atraviesa mi espalda, la traición vuelve y me clava la triste duda en mi garganta; me persigue aquella que amenaza con quitarme parte de mi alma.
Siento que tiemblan mis manos, siento que se rasga el velo que divide a la tierra de lo que llamamos cielo y una guerra se desata entre la duda y el celo, negra es su vestidura y larga es la cola que arrastra, ya que al despertar descubro que la guerra nunca acaba…